Nombres de los productos de bollería en Argentina

Nombres de los productos de bollería en Argentina

Hoy vamos con una entrada menos técnica, algo más ligera. Y sin traducción al inglés, porque como veréis sería un verdadero jaleo.

Aprovechando mi estancia en Argentina os cuento cosas curiosas sobre las denominaciones de algunos productos horneados en este país.

En cuanto al pan, al igual que en España predomina la barra (con sus numerosos nombres locales), aquí predomina lo que se llama pan francés. Podríamos pensar que es la típica baguette, pero no es así. El pan francés, aunque tiene forma de barra es mucho más blando y no presenta una corteza crujiente. Esto se debe a que le añaden aceites o grasas. Por este motivo su vida útil también es mayor, al no secarse tan rápidamente, y reducir los fenómenos de retrogradación del almidón.

De los criollitos cordobeses y similares, otro de los panes más curiosos y consumidos en Argentina ya hablé en esta entrada.

En cuanto a los bizcochos, tampoco coinciden los nombres utilizados. A los bizcochos espuma, más esponjados y secos, típicos para elaborar tartas, se les denomina bizcochuelo. Mientras que a los bizcochos más grasos, y algo menos esponjados, se les suele denominar tortas. Aquí la nomenclatura tampoco está clara porque también se llama tortas a las tartas, y así hay bizcochuelos para tortas (un poco lioso, la verdad).

Pero lo más curioso es a lo que llaman facturas. Dentro del término factura se incluyen numerosos productos de bollería o repostería de pequeño tamaño, aunque quizás el más habitual es lo que llaman medias lunas (medialunas), que son similares a los cruasanes. Por eso es normal que el turista asocie el termino factura con las medias lunas ya que vera la oferta de un café con factura y la foto o dibujo de una media luna. Pero realmente las facturas engloban a multitud de productos, algunos tipo donuts, otros productos de bollería rellenos, o masas escaldadas, entre otros.

Las medias lunas (o medialunas) son muy parecidas a los cruasanes curvados (aunque, como los cruasanes, también las elaboran rectas), en cuanto a la forma, pero en su elaboración normalmente se realizan menos pliegues. Como resultado el producto tiene menos capas, es menos crujiente y tiene un interior más fermentado que hojaldrado. En Argentina también se pueden encontrar cruasanes pero no son tan habituales. También es verdad que en España se llama cruasán a una variedad muy grande de productos y alguno podría ser más similar a estas medialunas. Curiosamente en España el término media luna se utiliza para designar a otros productos, como un hojaldre relleno en forma de medio círculo algo alargado. De las masas hojaldradas y la historia del cruasán, y su relación con el Imperio Otomano, ya hablamos en esta entrada. Y por cierto, si os ofrecen una «Mafalda» no es más que una medialuna rellana de jamón y queso, y normalmente calentada (tostadora u horno).

Ahora vamos a analizar el término factura. Al igual que en España la palabra factura se utiliza para los documentos de una transacción comercial. Pero en su momento el gremio de panaderos decidió utilizar este nombre para resaltar el trabajo que hay detrás de todas estas elaboraciones. Fue como poner en valor estos productos y el trabajo que realizaban los panaderos y pasteleros. Y así hasta hoy que el termino factura es muy habitual para designar a este tipo de productos.

Pero quizás lo más curioso es el nombre de algunas de las facturas, que incluyen “Bolas de fraile”, “sacramentos”, “cañoncitos”, “suspiro de monja”, “bombas de crema” y “vigilantes” entre otros. Como se puede apreciar, nombres que hacen alusión a la iglesia o al ejército. La historia de estas nomenclaturas se remonta a finales del siglo XIX, y el nacimiento del movimiento obrero en Argentina, coincidiendo con las primeras olas de inmigrantes españoles e italianos. Concretamente un sindicato de panaderos (Sociedad Cosmopolita de Resistencia y Colocación de Obreros Panaderos) estaba dirigido por un italiano con tendencias anarquistas (Errico Malatesta). Así decidieron utilizar estos nombres irónicos en clave para burlarse de la iglesia, el estado, la policía y el ejército. Errico no estuvo mucho tiempo en Argentina, pero los nombres que usaron para burlarse del poder han permanecido hasta nuestros días.

Vamos a ver a que corresponde cada uno de ellos. Las “bolas de fraile” serían unas berlinas (también se llaman berlinesas y de otras formas dependiendo del país). Es un producto similar al donuts, en cuanto a que es una masa frita, pero sin el agujero interno. Y suele estar relleno, en la mayoría de los casos de crema pastelera, o dulce de leche.

La “bombas de crema” son lionesas rellenas de crema pastelera (también pueden estar rellenas de dulce de leche, como no). Por tanto un producto elaborado a partir de una masa escaldada. Curiosamente en España el término “bomba” se utiliza para productos similares a las berlinas fritas (y por tanto a las “bolas de fraile”), posiblemente haciendo referencia a que son una “bomba” calórica.

Los “cañoncitos” son los canutillos rellenos españoles, con forma cilíndrica. La principal diferencia consiste en que en Argentina el relleno tradicional, como en muchas otras elaboraciones, es el dulce de leche. Aunque también los hay con crema pastelera, más habitual en España.

Los “suspiros de monja” (también llamados pedos de monja) son nuestros buñuelos. Curiosamente este nombre también se utiliza en España para un producto similar y se suele hacer referencias a su origen en los conventos (no me atrevo a pronunciarme).

Por último, los “sacramentos” y “vigilantes” son masas hojaldradas similares al cruasán, pero con menos capas y una fermentación más corta. A partir de esta base hay múltiples variantes, más dulces o más saladas y con distintos rellenos y formas.

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